lunes, 15 de febrero de 2010

El Frustrado


Las luciérnagas de la noche no lograron convencerlo de que ya era hora de dormir. Las amapolas matutinas lo reventaron de dolor a la hora del desayuno. El aire incondicional de la orilla del mar sublimó un momento su quebranto. El ocaso infinito desparramó un destello que no logró conmoverlo. Las gaviotas saturadas de tanta emoción lo envolvieron en cantos lujosos…

Pero aunque infinitas veces mamá lo llamo, él no despertó.

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