jueves, 1 de julio de 2010

De novias y otros pensamientos





En teoría, me quedan unos cincuenta y tantos días de soltería. O en otras palabras: soy una novia. No sé si como todas las novias, creo y espero que no. Mi nerviosidad se ha desgastado en otros pensamientos y no en los típicos avatares de esas que cargan el vestido en la bolsa diaria. No. Ni siquiera tengo el vestido, y me quedan unos cincuenta y tantos días de soltería.

¿Cuáles son los pasos a seguir de toda novia? ¿Cuáles son los ritos previos a la boda? ¿Qué tanto tiempo necesito para planear y organizar la boda de mis sueños? ¿Qué es esto de ser novia? En realidad, no pienso detenerme en estos pensamientos populares, sino inventar un ritmo con más estilo y menos presión... blablabla... ya lo sé: seguramente todas las novias han querido evitar la presión, y sus intentos han sido iguales que sus fracasos... blablabla... soy una más...

Me detengo en los cincuenta y algo días, que si los multiplico por horas que dedicaré a la programación de la boda, se reducen de manera increíble, y entonces, tiendo a desesperarme porque no he trazado los pasos ni los procesos. Sólo tengo un cúmulo de sueños para ese día que, claro, marcará el inicio del resto de mis días. Pienso en los detalles más provocativos para el día: la música afrancesada, al estilo de Jeunet (el director de Amelie), o las flores muy expresionistas, la entrada, la salida, el beso, el baile, los votos...
Siempre miré de lejos el proceso de mis amigas ya casadas (algunas también, ya divorciadas). Aluciné tantas veces con ese vertiginoso ritmo, las pruebas del vestido, la compra de la ropa interior, la visita a lugares, banqueteros, los partes, la torta, los encintados, las argollas, la fiesta, la depilación exclusiva, la ensoñación de la noche de bodas, y tantos, tantos otros detalles para una misma historia. Pero es simple: yo no calzo en tanto modelo paradigmático de una boda. Betty, mi prima brasileña en Alemania, me dice tu boda no es más que decir "sí, quiero"... Y claro, es suficiente querer estar con Rodrigo el resto de mi vida, y en esa suficiencia, entro muy bien en ese odiado modelo de las pruebas del vestido, la compra de la ropa interior, los locales, los banqueteros, la depilación y esos tantos y tantos detalles...
¿Qué es lo que quiere una novia? ¿Realmente querrá todos esos detalles mortales que las hacen vivir al filo de la nerviosidad durante cincuenta y tantos días de su vida? o ¿simplemente un sí, quiero estar contigo el resto de mi vida?
Karina

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